Santa Maria la Blanca

"Sinagoga Mayor de la Aljama de Toledo."


Santa Maria la Blanca - Primera sinagoga de Toledo - Perez Villaamil - sXIX
Santa Maria la Blanca - Primera sinagoga de Toledo - Perez Villaamil - sXIX

En la parte occidental de Toledo que rodea el Tajo, deslizándose por entre escarpadas peñas, coronadas aún de rotos torreones, hay un barrio conocido vulgarmente con el nombre de la judería, objeto constante de peregrinas tradiciones, y en donde en otro tiempo moraron los proscriptos hebreos. Ostentabase en aquellos días animado por el comercio, y desplegábase en sus ricos bazares todo el lujo de Oriente, mientras en sus celebradas academias manaba la ciencia de los labios de los Rabinos, y se escuchaba en sus opulentas sinagogas, embellecidas por el arte arábigo, la voz de los doctores de la ley, que congregaban en su alrededor el pueblo para enseñarle sus doctrinas. Aquel pueblo errante y desvalido que yendo de comarca en comarca y de nación en nación, semejante á un laborioso enjambre era siempre despojado de la miel y de la colmena, que habia fijado por el espacio de muchos siglos su guarida en Toledo, ha desaparecido enteramente con sus artes y sus ciencias, con su comercio y con sus pintorescas costumbres. Montones de escombros son ahora las ricas tiendas del alcaná y apenas quedan ligeras huellas de sus famosas escuelas: casas de mezquino aspecto denegridas por el tiempo, trozos informes de murallas, cuyo examen no puede menos de producir contradictorias consecuencias, he aquí lo que nos ha legado el furor de los hombres, más terrible que la destructora mano de los siglos, cuando tiene por móvil el odio inspirado por la religión y las costumbres. Pero á pesar de tamaños trastornos figuran todavía en aquel triste cuadro algunos edificios, respetados por los años, para revelar á las generaciones futuras el espíritu de aquel pueblo tan perseguido, pudiendo repetirse con el inmortal Rioja, al visitar cualquiera de estos edificios:

 

¡Oh fábula del tiempo!... representa cuánta fue su grandeza y es su estrago!.

 

En medio de aquellos erguidos, desiertos ahora del godo y del hebreo, del musulmán y del cristiano se alzan, pues, algunos monumentos, en donde se halla escrita la historia de dos pueblos: el pueblo de Moisés y el pueblo de Mahoma. El arqueólogo, el artista, el poeta encuentran allí lecciones é inspiraciones al mismo tiempo, mientras los curiosos viajeros divierten la vista al tenderla sobre tan olvidadas ruinas, que no pueden menos de traer á su imaginación algún melancólico recuerdo. No han faltado escritores que atribuyendo una remota antigüedad» aquellas casas, desmoronados palacios y sinagogas, han asentado como cosas ciertas opiniones tan descabelladas y absurdas que no necesitan de grande impugnación para quedar desvanecidas. Contrayéndonos á la fundación de Santa María la Blanca, que se intenta referir á épocas anteriores á la era cristiana, recordaremos lo que Álvarez Fuente dice en su Diario histórico, afirmado antes por Tamayo de Vargas en sus Antigüedades nuevas de Toledo. Cuenta, pues, dicho autor, que:

 

«En catorce de marzo del 33 escribieron los judíos de la sinagoga de Toledo una carta á los de Jerusalén, respondiendo á otra en que estos les consultaban sobre la muerte de Cristo, reprobando la sentencia que habían fulminado contra el Salvador; y añade al referir los acontecimientos del 6 de abril del 49, que se apareció á los rabinos que disputaban sobre la concepción un niño, diciéndoles estas palabras: “¿Qué es lo que disputáis? ¿No sabéis que Cristo, Jesús, hijo de Dos vivo, nació hombre de María Santísima, su madre, siempre virgen?...”»

 

Recurre don Tomás Tamayo de Vargas para demostrar la verosimilitud de estos sucesos á la antigüedad del edificio,

 

«Afirmando que es una de las más antiguas sinagogas que tuvieron los hebreos, y apuntando la tradición de que fue traída de Jerusalén la tierra empleada en los cimientos. El género de edificio de esta iglesia, añade, es testimonio bastante de su antigüedad, que hoy tiene nombre de santa María la Blanca.»

 

En la exposición de estos hechos resaltan los errores y contradicciones en que cayeron tanto Álvarez Fuente como Tamayo de Vargas, por querer dar á Toledo la gloria de haber abrigado en su seno en tan remotos tiempos al pueblo de Israel, y llevar hasta lo maravilloso las tradiciones vagas é indeterminadas, que los cristianos conservaron, al expulsar los judíos de la península ibérica. Pocos conocimientos debía tener, por otra parte don Tomás Tamayo de Vargas de la historia de las artes y sobre todo de la arquitectura arábiga, cuando desconociendo el género á que pertenece la sinagoga de que hablamos, acudió á sus formas para presentarlas como un dato fehaciente de sus mal fundadas conjeturas. La iglesia de Santa María la Blanca, edificio enteramente árabe, sobre no tener ninguna semejanza con los templos hebreos, á cuya imitación se dice también que fue hecha, caracteriza esencialmente una de las épocas ó periodos que en la antecedente Introducción hemos fijado. No pudo por tanto existir sino después de tomada la ciudad de Toledo por los partidarios de Mahoma, siendo harto extraño que en tan frágiles argumentos se fundaran los autores citados, cosa que si bien aparece digna de escusa en Vargas, atendido el empeño de defender á Flavio Dexto, no tiene disculpa dé ningún género en Álvarez Fuente, que escribía su Diario histórico en el siglo pasado.

 

Verdad es que mucho antes de la invasión sarracena moraban los judíos en Toledo, y que ya desde los primeros concilios celebrados en esta famosa ciudad se les había obligado á vivir en el barrio de que hablamos, dándole el nombre indicado arriba: verdad es que, según el constante testimonio de los historiadores, dieron ellos entrada en la ciudad á las huestes de Tarif, deseosos de vengar los ultrajes recibidos de los godos. Pero ningún monumento existe por donde sea defendible la opinión de Vargas, y máxime habiendo apelado á testimonios tan contrarios á su propio intento. Lo que está fuera de toda duda es que los hebreos llegaron á florecer en Toledo por los años de 1100 y que desde la conquista de Córdoba, Jaén y Sevilla, reunieron en la antigua corte visigoda todos los elementos de su decadente civilización, trasladando á ella las famosas academias de la ciudad de los Califas. En esta época, reunidas todas las fuerzas y protegidos algún tanto por las leyes, debieron levantarla fabulosa sinagoga de que hace mención Tamayo de Vargas, sin que esto sea decir que no existiera anteriormente otra u otras en donde dieran culto los judíos á sus creencias.

 

La antigua iglesia de Santa María la Blanca, cuya historia ignoramos hasta principios del siglo XV, es uno de aquellos monumentos que no dejan duda alguna de la época en que fueron construidos, después de examinarlos detenidamente. Su planta, la distribución de sus naves, la ornamentación de sus muros y finalmente la forma de sus arcos son bastantes para demostrar que pertenece al segundo período de la arquitectura arábiga, período que hemos designado como.de transición, y que precedió al de la arquitectura árabe andaluza. Así el examen artístico viene á servir de apoyo á la su posición histórica, no faltando razón para asentar que debió edificarse la sinagoga á mediados del siglo XII, época en que aparece la transición más sensible en la arquitectura de los árabes españoles. Desde este tiempo permaneció en poder de los rabinos, hasta que la predicación de san Vicente Ferrer la arrebató de sus manos, para consagrarla en iglesia. Pero de todo esto pueden enterarse nuestros lectores por la inscripción siguiente, que se encuentra sobre la puerta occidental que da á la nave del centro del mismo edificio. Dice de este modo:

 

“ESTE EDIFICIO FUE SINAGOGA. HASTA LOS AÑOS DE 1405

 EN QUE SE CONSAGRO EN IGLESIA CON TITULO DE SANTA MARÍA DE LA BLANCA.

POR LA PREDICACIÓN DE SAN VICENTE FERRER

EL CARDENAL SILÍCEO FUNDO EN ELLA UN MONASTERIO

DE RELIGIOSAS CON LA ADVOCACIÓN DE LA PENITENCIA EN 1500.  

EN 1600 SE SUPRIMIÓ Y SE REDUJO A ERMITA U ORATORIO, EN CUYO DESTINO

 PERMANECIÓ HASTA EL DE 1791, EN QUE SE PROFANÓ Y CONVIRTIÓ EN

 CUARTEL POR FALTA DE CASAS; Y EN EL DE 1793

RECONOCIÉNDOSE QUE AMENAZARA PRÓXIMA RUINA, DISPUSO EL

SEÑOR DON VICENTE DOMÍNGUEZ DE PRADO, INTENDENTE DE LOS REALES

EJERCITOS Y GENERAL DE ESTA PROVINCIA, SU REPARACION,

CON EL FIN DE CONSERVAR UN MONUMENTO TAN ANTIGUO Y DIGNO DE

QUE HAGA MEMORIA EN LA POSTERIDAD,

REDUCIENDOLE EN ALMACÉN DE ENSERES DE LA REAL HACIENDA

 PARA QUE NO TENGA EN LO SUCESIVO (1) OTRA

APLICACIÓN MENOS DECOROSA.”

 

(1) El ilustrado propósito del intendente don Vicente Domínguez no puede dejar de merecer las alabanzas de los que se interesen vivamente en nuestras glorias nacionales:

Lo malo es que para escándalo de cuantos visitan la antigua sinagoga y para burla de la misma inscripción se haya convertido tan precioso monumento en una asquerosa piscina, sin que hasta ahora hayan sido bastantes á estorbarlo las justas reclamaciones dé la Comisión de Monumentos de esta provincia. Este edificio se halla en poder de la hacienda militar.


Planta, secciones y detalles de Santa María la Blanca en Toledo - Monumentos Arquitectónicos de España - Calcografía Nacional Española - s XIX
Planta, secciones y detalles de Santa María la Blanca en Toledo - Monumentos Arquitectónicos de España - Calcografía Nacional Española - s XIX

Si se cuidasen de poner en todos los monumentos inscripciones parecidas á esta, mucho tendrían que agradecerlo los viajeros. Cuando el cardenal Silíceo fundó el monasterio, de que se hace mención en la presente, aspiró á sacar de la vida airada que traían en su arzobispado, á multitud de mujeres, que mejor educadas hubieran podido ser buenas madres de familia; y expresó en la regla que dio á las monjas que solo pudieran entrar en Santa María la Blanca meretrices. Pero al cabo de cierto tiempo pretendieron estas relajar la regla impuesta por el cardenal y acudieron á Roma para alcanzarlo, si bien no obtuvieron fruto alguno de la santa Sede, que había expedido sus bulas con aquella condición, expresamente solicitada por Silíceo. Así fue que muy en breve dejaron de entrar novicias y se vio al fin desierto el monasterio, que tuvo, no obstante, un siglo de existencia.

 

El aspecto que presenta ahora en su parte exterior no puede ser más sombrío compuesto de cinco naves que van elevándose hasta llegar á la del centro y cubierto todo él de humildes tejas, ni en sus muros, que son de tapiería y ladrillo conforme á la manera de edificar de los árabes, ni en otra parte alguna da señales de la magnificencia del interior. La puerta principal situada en la parte del medio-día está, sin embargo, adornada según el gusto greco-romano, presentando sencillas pilastras estriadas de orden corintio, las cuales sostienen un modesto cornisamento, en cuyo friso se bailan escritas estas palabras:

 

SANCTÁ MARÍA, SUCCURRE MISERIS.

 

La bóveda que cubre el espacio destinado á vestíbulo es enteramente gótica, viéndose cruzada de resaltos y crestones, y manifestando que toda esta fabrica fue añadida por mandato del cardenal, cuando estableció el mencionado convento. Al bajar las seis gradas que separan el cuerpo de la antigua sinagoga de este pequeño vestíbulo, se presenta aquella á la vista, ostentando toda la magnificencia de que era capaz la arquitectura árabe en la época á que según nuestra opinión se refiere la fundación de este edificio. Allí aparecen los arcos de herradura de la catedral de Córdoba, despojados en parle de los fastuosos ornamentos, que vinieron más tarde á engalanar sus archivoltas y pechinas:

 

Allí se contemplan los caprichosos capiteles de ataurique, tallados á imitación de los corintios de los antiguos templos griegos y romanos, y finalmente se ostentan allí menudos relieves que decoran las paredes (al-heita) de vistosos frisos de alharaca, descubriéndose palpablemente el esfuerzo que hacia la arquitectura arábiga para desprenderse de la influencia bizantina, de que se notan, no obstante, algunos vestigios.

 

La planta del edificio principalmente, no puede estar más conforme con las de las antiguas basílicas cristianas, si bien las modificaciones que sufrió esta sinagoga, al trocarse en convento, hayan contribuido un tanto á desfigurarla. Pero al mismo tiempo que se reconoce esta influencia luchando con el deseo de la originalidad, presenta el segundo cuerpo, que se ve exornado por multitud de arcos estalaclíticos, nuevas pruebas de nuestras observaciones, justificando la clasificación que hemos hecho de este edificio. La reunión, pues, de los arcos de herradura, tan bellos y pronunciados, de los piramidales, todavía indecisos y pobres en sus ornamentos, demuestra que debió este ser uno de los mas señalados monumentos, en que se ensayó aquella especie de fusión que había de producir en Granada tantas maravillas y que en Sevilla debía dar por fruto el suntuoso patio del Alcázar.


Sección longitudinal de Santa María la Blanca en Toledo - Monumentos Arquitectónicos de España - Calcografía nacional Española - s XIX
Sección longitudinal de Santa María la Blanca en Toledo - Monumentos Arquitectónicos de España - Calcografía nacional Española - s XIX

La sinagoga que hoy lleva el nombre de Santa María la Blanca se compone pues de cinco naves colocadas de oriente á occidente y sostenidas en treinta y dos pilares de figura octógona, que semejan gruesas columnas, recibiendo veinte y ocho arcos de herradura, sobre los cuales asientan los muros que dividen las expresadas naves.

 

Estas se van elevando, como dejamos ya indicado á medida que se acercan á la principal mucho mas espaciosa que las restantes, y se hallan cubiertas por artesonados de alerce apoyados en gruesas alfardas ó tirantes que debieron añadirse en épocas posteriores á la fundación, en nuestro concepto. Coronan los pilares grandes capiteles de estuco, compuestos de follajes y cintas graciosamente combinados, y resaltan en las pechinas de los arcos rosetones de delicada alharaca, levantándose sobre sus claves en la nave del centro un elegante friso que da vuelta á los muros, el cual divide el primero del segundo cuerpo.

 

Consta este de veinte y dos arcos que fueron tal vez en otro tiempo trasparentes y descansan en dobles columnas, produciendo un efecto agradable y dando mucha ligereza á todo el edificio. Sobre el cuerpo referido se alza un sencillo friso que llega hasta el artesonado, desfigurado ya enteramente por el poco aprecio con que ha sido visto este monumento. Carecen las segundas naves de este friso que corona el segundo cuerpo, el cual se compone en ellas de solos veinte arcos. Si bien dispuestos en la misma manera y de las mismas formas, y se vén en las impostas ó fajas que dividen dichos cuerpos, conchas y otros objetos que no pueden menos de recordar la ornamentación bizantina.

 

Tiene la antigua sinagoga ochenta y un pies de longitud desde el muro oriental al occidental y sesenta y tres en toda su latitud, repartidos en las naves, constando la principal de quince y de doce las restantes. La elevación de aquella llega próximamente á los sesenta pies incluso el artesonado.

 

Es digno de observarse que no se encuentra en todo el edificio leyenda ninguna hebrea ni arábiga, circunstancia que ha dado también motivo á algunos escritores para atribuir la fundación de esta sinagoga á más lejanos tiempos.

 

Pero esta observación que pudiera tener importancia respecto á una mezquita, no nos parece de gran peso, al observar que los hebreos no admitieron la costumbre de grabar en sus sinagogas trozos de los salmos y pasajes de los demás libros de la Biblia hasta que el lujo de la arquitectura árabe llegó á su colmo en Andalucía, es decir, hasta mediados del siglo XIV. Todo contribuye por tanto á dar mayor robustez á la opinión que dejamos asentada:

 

Santa María la Blanca es uno de los monumentos que más caracterizan el período de transición, segundo de la arquitectura árabe, según se deduce de los edificios que aún se conservan en pié en España.

 

A la cabeza de la sinagoga se encuentran tres capillas, casi destruidas, que perteneciendo á distinta época de las artes, forman un singular contraste con lo restante del edificio, si bien en la riqueza de su ornamentación y en el buen gusto de su arquitectura no cedían al antiguo monasterio. Pertenecen al gusto plateresco, y se alzan del pavimento, en especial la del centro, sobre cuatro gradas, á cuya altura estaba el presbiterio. Solo se conserva íntegro de la principal la media naranja, que se apea sobre cuatro pechinas formadas por grandes conchas doradas, viéndose en los espacios que median entre unas y otras los escudos de armas del cardenal Silíceo, sostenidos por graciosos niños y rodeando los anillos sobre que el artesón descansa he los florones de estuco prolija y diestramente tallados. Forman las bóvedas de las laterales dos grandes conchas, que vienen á apoyarse en otros dos arcos que llenan toda la nave, y cuyas archivoltas se ven aún cuajadas de casetones ricamente dorados, estribando los arcos referidos en airosas represiones. Comunicaban ambas capillas con la mayor por dos puertas árabes, cuyo hueco existe todavía, conociéndose que estos arcos debieron ser de la primitiva fábrica, y tanto en la lozanía de los ornatos como en la totalidad de las formas descubren estas capillas que fueron construidas en el siglo XVI. La principal poseía un rico retablo que fue trasladado, al profanarse este santuario, á la iglesia de Santiago del arrabal, en donde actualmente existe,

 

La importancia de este monumento, considerado, ya en relación con los demás de la arquitectura árabe que se encuentran en nuestro suelo, ya en relación á su mérito y antigüedad, está exigiendo que se tienda sobre él una mano protectora que impida su total ruina. Ya lo hemos indicado anteriormente y lo repetimos ahora: cuando en las naciones vecinas se hacen diariamente plausibles ensayos para conocer este género de arquitectura; cuando multitud de viajeros llegan sin cesar á nuestras antiguas ciudades para estudiar los monumentos que el pueblo sarraceno dejó en ellas; cuando se carece entre nosotros de aquellas noticias más necesarias para trazar la historia de esta arte maravillosa, vergüenza seria y mengua del presente siglo dejar sumidas en el olvido tantas preciosidades. En buen hora que se olvidasen los que han escrito de artes, animados de máximas exclusivas, de los edificios muslímicos, delante de los cuales pasaron sin dignarse echar sobre ellos una mirada: eso quiere decir que los estudios que se hagan presentarán mas novedad y que podrán ser más provechosos.

 

Afortunadamente el gobierno ha reconocido estas verdades, interesantes para todos los pueblos ilustrados, pudiendo abrigar la esperanza cuantos se interesen en las glorias nacionales de España, de que al cabo de algunos años se habrá asegurado la existencia de tan estimables edificios. La antigua sinagoga de Toledo no debe ser ciertamente de los que menos llamen su ilustrada atención, y comparada con otras muchas mezquitas que aún se conservan, si bien convertidas en conventos ó iglesias, dará siempre mucha luz sobre la historia del arte arábigo, y será un testimonio de la cultura de aquel pueblo, tan vituperado como poco comprendido.

 

Hasta aquí lo expuesto por José Amador de los Ríos en su Toledo Pintoresca de 1845.


Santa Maria la Blanca - J. Laurent & Cia. - RijksMuseum - sXIX
Santa Maria la Blanca - J. Laurent & Cia. - RijksMuseum - sXIX

Poco después de escrito lo anterior a mediados del siglo XIX la antigua sinagoga fue declarada monumento nacional, Procediéndose a su restauración. 

 

Tras la guerra civil española, un real decreto del gobierno lo cedió a la Iglesia católica.

 

Un edificio Construido por musulmanes, para la adoración de los Judíos, en territorio cristiano. Un edificio que define a Toledo  como la "Ciudad de las Tres culturas". 

 

Esta es Santa María la Blanca la "Sinagoga Mayor de la Aljama de Toledo.", 

 

Fuente:

Toledo Pintoresca José Amador de los Ríos