El Colegio de Doctrinos


Iglesia San Lucas y el Colegio de Doctrinos  - Fernando Dorado Martin. - Diputación de Toledo
Iglesia San Lucas y el Colegio de Doctrinos - Fernando Dorado Martin. - Diputación de Toledo

Suele ser conocido que un "doctrino" era un niño pobre casi siempre huérfano a quien se acogía en un asilo para educarle hasta que podía dedicarse a trabajar. Esa educación estaba constituida fundamentalmente por el conocimiento memorístico de la doctrina cristiana, además de la lectura y escritura, en algunos casos se incluía también el aprendizaje de algún oficio sobre todo en el siglo XVIII en virtud de las ideas de la Ilustración.

 

Estos niños eran acogidos internos en edificios destinados a ellos al cuidado de religiosos o sacerdotes, siendo alimentados y vestidos hasta que algún artesano les contrataba para trabajar o se marchaban entre los doce a quince años a servir de criados o con algún familiar que les reclamaba.

 

Se tienen noticias de la creación y funcionamiento de los colegios de doctrinos como asilo de pobres de toda Europa aunque en España también se establecieron para intentar adoctrinar a los hijos de los moriscos de Andalucía tras la reconquista de Granada y aún antes en el reino de Valencia fracasando todos los destinados a esta finalidad.

 

La formación religiosa de la infancia y del hombre en general, forma parte de la obligación de cumplir el mandato bíblico de evangelización pero la primera formación del niño se hizo por la familia durante muchos siglos, tanto en cuanto a darle rudimentos de instrucción primaria como en lo referente al conocimiento de las principales verdades de la fe de Jesucristo. En la Edad Media y en ciudades eminentemente artesanas, la educación familiar fue sustituida, a veces, por la que proporcionaban los propios artesanos, cuando éstos se comprometían mediante contrato a enseñarles un oficio y las primeras nociones de doctrina cristiana al recibirlos en sus talleres entre los 9 y 11 años.

 

En casi todos los países de Europa hubo escuelas para atender a los niños desamparados recibiendo nombres diversos como:

  • Escuelas para pobres.
  • Escuelas de caridad.
  • Escuelas para expósitos o huérfanos, etc.…

Recibiendo en ellos sólo la enseñanza y a veces la alimentación o bien siendo acogidos internos los maestros solían ser eclesiásticos, mujeres mayores -viudas o solteras- y artesanos en alguna ocasión.

 

La nobleza utilizaba preceptores para sus hijos cuando no consideraban un desdoro molestar a sus retoños con "el ejercicio de las letras", que fue lo más frecuente hasta el siglo XVI. Los monarcas y sus consejeros se desinteresaron casi siempre de la instrucción del pueblo como medio -uno más- para mantener férreamente el ejercicio del poder nuestro paisano, el rey Alfonso el Sabio decía a este respecto:

 

"Los Tiranos pugnan siempre por qué, sus vasallos sean necios y medrosos para que no intenten levantarse contra ellos, ni molestar Sus voluntades... "

 

Estas mismas ideas fueron expresadas dos siglos más tarde por Maquiavelo en la frase siguiente:

 

"Mantén al pueblo en la ignorancia y gobernarás indefinidamente"

 

Saavedra Fajardo, un escritor político del siglo XVII, sostenía que la educación mermaba las defensas de la nación, porque debilitaba la voluntad del hombre y corrompía el espíritu, llegando a afirmar que cuanto más ignorante es el pueblo, más fuerte es el gobernador.

 

Las comunidades religiosas ayudaron poco a poco a la formación del niño, implantando con mayor o menor éxito sus colegios en diversos países de Europa. En España obtuvieron notable éxito en la Edad Moderna, la Compañía de Jesús desde el siglo XVI, y los Escolapios desde el siglo XVII con sus Escuelas Pías fundadas por San José de Calasanz. Tanto unos como otros atendieron tanto a los niños más necesitados como a los más favorecidos por la fortuna, puesto que veían en la educación un medio excelente para alejar el peligro de las herejías, así como el remedio ideal para mejorar las costumbres públicas, sobre todo entre las clases más bajas, expuestas más que otras a todo tipo de corrupciones.

Los colegios de Doctrinos en España

Entrada al Colegio de Doctrinos - Art3manía 2014
Entrada al Colegio de Doctrinos - Art3manía 2014

La presencia en España de dos religiones ampliamente extendidas durante varios siglos “cristiana y musulmana”, y el triunfo definitivo de la primera en toda la península a fines del siglo XV, en una época en la que era obligado para los súbditos seguir la religión de sus reyes, determinaron que algunos de los Colegios de Doctrinos fueran creados en origen "para evangelizar a los musulmanes". Fracasados en su intento por diversos motivos esos Colegios se emplearon para niños pobres o huérfanos, acogidos a la caridad de los particulares o de los municipios.

 

Una vez consolidada la monarquía única para España, el Consejo de Castilla aconsejaba la creación de Colegios para niños pobres a todas las ciudades Importantes, ordenando que fueran sostenidos con fondos municipales, Todo ello por las ventajas que podía reportar la recogida y crianza de quienes serían después, súbditos fieles al rey y útiles para el servicio de las armas, También a Toledo se le pidió la creación de uno de esos Colegios a pesar de los ya existentes, puesto que su especial Importancia económica, política y demográfica en el siglo XVI, hacía de la ciudad un excelente lugar de acogida de muchos de los mendigos y pobres que tanto abundaron por Castilla, pero que también venían de otras regiones del reino.

 

A mediados del siglo XVI, cuando la población de Toledo era de 56,270 habitantes, el número de pobres que se censaron fue de 11,105, es decir el 19,73% de su población. Estas cantidades, mantuvieron parecidos porcentajes en el siglo XVII, se redujeron en el siglo siguiente, sin descender nunca del 5% de la población, Esta situación social, junto a la mezcla de razones políticas, religiosas e incluso miméticas por la existencia de las demás fundaciones cardenalicias, Impulsó a las autoridades municipales de Toledo a dedicar una mínima atención a un Colegio para huérfanos desde el siglo XVI, continuando su ayuda en los siglos posteriores.

 

 

Escuelas de ordenes religiosas A. Utrillo sXX
Escuelas de ordenes religiosas A. Utrillo sXX

Las primeras noticias que se tienen del Colegio de Doctrinos de Toledo, las proporciona un historiador del siglo XVI, Pedro de Alcocer, quien en 1554 menciona ya su existencia, En 1557 el rey Felipe II, apenas iniciado su reinado, autorizó el gasto de 50,000 maravedís para socorrer a los niños de la doctrina cristiana.

 

Unos años después en 1576, el párroco de San Vicente D. Luis Hurtado, al hacer una relación de las cosas más importantes de Toledo nos informa también de su existencia y la atención que prestaba a 28 niños con una insignificante limosna de 25.000 maravedíes por parte del Ayuntamiento por lo que los huérfanos debían ayudarse con el ejercicio de la caridad pública manifestada de diversas maneras. Esa cifra de niños en el Colegio es la más alta que se conoce pero debemos recordar que era también la época en que Toledo tuvo el máximo número de habitantes.

  

 

A fines del siglo XVI se autorizaron nuevos gastos en el Colegio y como en ocasiones anteriores con la excusa de la gran cantidad de huérfanos que había en Toledo el Ayuntamiento debía pedir autorización real para mantener el funcionamiento del Colegio variando sus gastos continuamente en función de sus necesidades que no eran otras que la siempre cambiante situación del número de niños. Estas oscilaciones a su vez dependían de las mortalidades catastróficas que se produjeron en diversas ocasiones a lo largo de los siglos XVI al XVIII menores en la propia ciudad que en los pueblos de su tierra.

 

Hay que tener en cuenta que en los siglos XVI al XVIII La enseñanza básica que se impartía era más bien escasa, tanto en cuanto a calidad como a cantidad ya que el número de alumnos era más bien escaso, el alto número de campesinos provocaba la necesidad de que los hijos, o mozalbetes acogidos, pudiesen pronto ir a trabajar de trabajar por poco más que la comida y una escasa y ajustada ropa, para resolver los problemas de la alimentación diaria, De este modo se podrá entender la educación que se daba en el Colegio de doctrinos.

 

Nota: Porque espero en un futuro próximo poder colocar una página dedicada a la universidad de Toledo, y porque poco tiene que ver con el colegio que nos ocupa, expondre de una forma resumida la historia de la enseñanza superior y universitaria en Toledo (enseñanza que antiguamente estaba casi al 100% dedicada a familias de alcurnia).

  • El 3 de mayo de 1485 mediante una bula del Papa Inocencio III se autorizó la creación en la ciudad de Toledo (España) del denominado Colegio de Santa Catalina, bajo supervisión eclesiástica.
  • En 1520, por bula papal de León X este colegio pasara a ser La Universidad de Toledo.  
  • En el reinado de Carlos III En agosto de 1769 la Corona cede a la Universidad toledana el edificio de la Antigua Casa Profesa de la Compañía de Jesús en Toledo.
  • En el año de 1789 se realiza la mudanza a una nueva sede provisional, en una parte del convento de los Dominicos, puesto bajo la advocación de San Pedro Mártir y en el que había un estudio general de Artes y Teología desde mediados del S. XV. La Real Universidad de Toledo se instala en la que será su tercera sede, el Convento de San Pedro Mártir.
  • En 1799 se instalara en El Palacio Lorenzana un edificio construido de forma expresa para albergar la universidad de Toledo donde estará hasta 1845 fecha en que paso a ser el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza antecesor del actual instituto de Bachillerato “El Greco”.
  • En 1969—70 La Complutense abrió el colegio universitario de Toledo, y se instaló en Lorezana en el año 1973, cuando el Instituto El Greco se mudó a su edificio actual.

 

Continuemos con la enseñanza básica dedicada a las clases menos pudientes. Como la posibilidad de muerte era muy alta en los años infantiles la educación religiosa era considerada de una gran importancia. La enseñanza oral en la familia a través de la conversación fue la norma habitual la toda Europa.

 

Más de un siglo antes de que el Papa Pío V estableciese en 1571 la obligación que tenían los obispos de favorecer en sus diócesis las cofradías que estimasen necesarias y convenientes para promover la instrucción religiosa de los niños ya existían en España disposiciones episcopales a este respecto, como las del obispo de Sevilla, quien ordenó en 1512 a los párrocos y sacristanes de su diócesis que enseñaran a leer escribir y contar además de la doctrina cristiana. En Toledo por ser sede primada existían desde el siglo XV varias fundaciones religiosas que acogían a niños de ambos sexos y jóvenes huérfanos o no, para criarles y educarles como buenos cristianos:

  • El 3 de mayo de 1485 mediante una bula del Papa Inocencio III se autorizó la creación en la ciudad de Toledo (España) del denominado Colegio de Santa Catalina, bajo supervisión eclesiástica.
  • En el 1514 empezó a funcionar el hospital de Santa Cruz gracias a las disposiciones testamentarias del cardenal Mendoza, para criar y educar a niños expósitos incluso recién nacidos contando a lo largo de su historia con maestros de ambos sexos.
  • En el mismo año el cardenal Cisneros hizo lo mismo con la fundación del convento de San Juan de la Penitencia para doncellas pobres debiendo dedicar las religiosas una parte de su tiempo a cuidar y educar a niñas pobres exclusivamente.
  • En 1551 D. Juan Martínez Silíceo fundó el colegio de Doncellas Nobles pudiendo ingresar en él niñas desde los siete a los diez años de edad
  • En 1559 El mismo cardenal Silíceo fundó el Colegio de Infantes para cuarenta colegiales que debían instruirse en Gramática y Retórica además de la doctrina cristiana destinándose a los niños al servicio del coro y altar de la Catedral Primada.
  • Los Jesuitas establecieron sus colegios en la segunda mitad del siglo XVI dirigiendo el colegio de San Eugenio que había sido fundado por el cardenal Quiroga y manteniendo hasta su expulsión en 1767 cuatro escuelas. Esta comunidad religiosa llegó a tener hasta setecientos alumnos escolarizados de todas las edades en los momentos de máxima población de Toledo en el último tercio del siglo XVI.
  • El cardenal Infante D. Fernando de Austria, hermano del rey Felipe IV fundó también una escuela para niños y cuatro para niñas que siguieron siendo sostenidas por la Mitra hasta el siglo XIX.

 

Este excelente panorama de fundaciones religiosas para la enseñanza básica de niños que llegó a tener escolarizados en la ciudad de Toledo el 90% de los niños y el 20% de las niñas a mediados del siglo XVlII, fue posible por ser la Iglesia la única que se preocupaba de la formación moral y también intelectual de la infancia, poco o nada hicieron los reyes y sus gobiernos hasta el triunfo de las ideas liberales en la tercera década del siglo XIX, con la excepción de Carlos III, al disponer que parte de los bienes de los Jesuitas que expulsó, se destinaran a la enseñanza pública.

 

En algunas ciudades las parroquias sostenían escuelas pero Toledo no contaba con ninguna escuela de este tipo, a pesar de contar con veintiuna parroquias de rito latino y otras seis de rito mozárabe. Este hecho podía deberse a las fundaciones existentes  junto al escaso interés general por la instrucción primaria de la que pocos frutos podían obtener las abundantes capas bajas de esa sociedad estamental. En los pueblos de Castilla la instrucción la hacía el sacristán, allí donde no hubiera ningún maestro, En muy escasas ocasiones la enseñanza la proporcionaba el párroco, forzado por la obligación arzobispal de enseñar la doctrina cristiana, que era la disciplina básica en todas las escuelas, impartida de forma repetitiva y memorística, Después se aprendía el alfabeto para intentar posteriormente la lectura, pasando en último lugar al aprendizaje de la escritura y las cuentas, siendo aquella la repetición de diversas muestras caligráficas.

 

En España y todavía en el siglo XIX, el padre Manjón indica que eran frecuentes los niños que llevaban a la escuela para aprender a leer, las Bulas de la Santa Cruzada y como manuscritos las escrituras de compraventa, los testamentos antiguos, etc.

 

La Enseñanza en Toledo

La Formacion en el Colegio

Escuela Antigua
Escuela Antigua

La enseñanza de la doctrina cristiana junto con la alimentación que se daba a los niños, fueron los dos aspectos mejor tratados en las Constituciones del Colegio de Doctrinos de Toledo, El fiel cumplimiento de lo exigido por el Ayuntamiento “patrono del mismo”, no fue muy diferente a lo largo de los casi tres siglos de su existencia, influyendo notablemente el Rector al cargo del cual estuviera el cuidado del Colegio.

 

La enseñanza de primeras letras y de la doctrina cristiana la llevaba a cabo el rector en el siglo XVI y con la ayuda de un maestro desde 1702 a 1759. En los años anteriores y posteriores a esas fechas, los niños fueron enviados a la escuela del Arzobispo, fundación del Cardenal Infante D. Fernando de Austria. La enseñanza de la lectura, escritura y cuentas, no preocupó demasiado a los comisarios del Ayuntamiento hasta que se hicieron las nuevas Constituciones de 1702, En ellas se decía:

  • Después de levantarse, los niños debían rezar las cuatro oraciones, los mandamientos de la ley de Dios y los artículos de la fe.
  • Después leer en cartillas, hasta que logrado su conocimiento pasaban a la escritura y las cuentas.
  • Las lecciones las recibían por la mañana y por la tarde.
  • Antes de cenar debian de rezar a coro la tercera parte del rosario .

Desde el año 1702 tuvo el Rector un ayudante para la enseñanza y en seguida un maestro. Los niños debían hacer pública demostración de sus conocimientos de doctrina cristiana los domingos y días de fiesta por las calles, cuando salían de paseo, diciéndola en voz alta para que todos lo aprendieran, turnándose de dos en dos, preguntaba uno y respondiendo otro y los demás en voz baja. Esta costumbre perduró hasta la extinción del Colegio, puesto que de ella obtenían algunas limosnas.

 

Doctrinos Jugando a las Bochas - Fernando Dorado Martin. - Diputación de Toledo
Doctrinos Jugando a las Bochas - Fernando Dorado Martin. - Diputación de Toledo

Los juegos también estaban regulados en el Colegio, indicando a tal efecto las constituciones, que podían hacerlo después de cada comida o cena, ya fuera a la pelota, a las bochas, etc.,

 

También cuidaron las Constituciones de que los niños no aprendieran malas costumbres, para lo cual debían estar en la casa todo el día, salvo el que saliera a pedir limosna o el que se ocupara de la compra, en el Interior del Colegio se leía a los niños por el Rector la obra del padre Fleury "Costumbres de los cristianos", haciéndolo aquellos cuando ya sabían leer con soltura.

 

La obligación de permanecer los niños en el Colegio no pudo cumplirse siempre, puesto que las necesidades económicas obligaron a permitir la salida de todos durante varias horas al día para pedir limosna, ante las siempre escasas dotaciones municipales.

 

El Colegio estuvo bajo tres advocaciones distintas a lo largo de su historia, Primero fue bajo el santo nombre de Jesús, Después, y a partir de 1702, con motivo de las obras realizadas en el Colegio, se puso bajo el patrocinio de la Virgen del Rosario, hasta que en fecha no determinada, pero en el siglo XVIII, estuvo bajo la protección de la Purísima Concepción, cuya imagen en mármol se colocó en una pequeña hornacina sobre la puerta de entrada,

 

Para Inspeccionar la labor del Rector en cuanto a la enseñanza de la doctrina cristiana, -no en cuanto a los conocimientos de primeras letras- tenían los niños que pasar dos exámenes públicos al año:

  • El primero por la época del cumplimiento con la Iglesia, es decir por Pascua de Resurrección.
  • El segundo por la fiesta de Todos los Santos,

Estos exámenes los presenciaban los Regidores del Ayuntamiento, comisarios nombrados a tal efecto cada año, algunos sacerdotes y personas importantes de la Ciudad, a quienes se convidaba para el acto, Los niños que más sobresalían, recibían pequeños regalos entre los que no se encontraban lo que pudiera haber sido un ascenso para ellos en su posición social, es decir la posibilidad de cursar estudios de gramática,

 

La estancia de los niños en el Colegio terminaba al cumplir los catorce años, según ordenaban las Constituciones, debiéndose ocupar el Rector de buscarles un artesano para que les enseñara algún oficio, o algún amo al que servir, según la inclinación de cada niño, pero haciendo siempre el contrato correspondiente (cosas que en alguna ocasión también pasaron antes de cumplir el niño los 14 años), En otras ocasiones, se Iban con algunos de sus parientes o familiares, a los que por la edad del huérfano, en disposición de aportarles algún trabajo o Ingreso económico, ya les interesaba admitirles en su casa.

 

Lo que se hacía, en el fondo, era seguir las ideas que ya en 1626 había expuesto Pedro Fernández de Navarrete, cuando decía:

 

"… frente a una piedad mal entendida que da estudio a lo más bajo y abatido del mundo que son los muchachos expósitos y desamparados, hijos de la escoria y hez de la República, lo adecuado a su estado y lo conveniente al bien común es enseñarles los oficios más bajos y abatidos ... “

 

Educación en la escuela antigua
Educación en la escuela antigua

Estas injustas ideas no las mantenían las congregaciones religiosas, que siempre procuraron acercarse a los más desfavorecidos de la sociedad como eran los huérfanos, los expósitos, los pobres en general, a los cuales dedicaron desde el punto de vista educativo, sobre todo los Escolapios y los Jesuitas, sus mejores armas para su redención cultural y humana, aplicando entre sus métodos pedagógicos la dulzura y la comprensión, junto a la disciplina del trabajo diario, por lo que obtuvieron también el reconocimiento de las clases altas, que también les enviaron a sus hijos para que les educaran.

 

Este buen trato general a los alumnos dado por los clérigos, tiene también su excepción en el Colegio de los Doctrinos, siendo su protagonista uno de los Rectores del mismo, el sacerdote D.T. Santiago Galera. Los problemas habían empezado en el mes de mayo del año 1759, cuando los regidores del Ayuntamiento, comisarios nombrados por éste para velar por el buen funcionamiento del Colegio, se vieron en la obligación de acusar al Rector de no cumplir con algunas de las obligaciones que le exigían las Constituciones del Colegio, como eran las de estar con los huérfanos durante las comidas. Pero más grave fue la acusación de haber lisiado a uno de los niños, debido al maltrato que le infringió por el leve motivo de “... haberse roto los cañones de los calzones...“

 

Este incumplimiento de sus obligaciones y la dureza del trato dado a los niños, hizo que huyeran todos los niños del Colegio. No hubo por parte del Ayuntamiento otra actuación que un ligero apercibimiento al Rector, pidiéndole que moderara su comportamiento.

 

Continuó el Rector infringiendo malos tratos a los niños, desoyendo el apercibimiento recibido, pidiéndole entonces el Ayuntamiento que presentara la dimisión para elegir a otro Hizo entonces D.T. Santiago Valera promesas firmes de cambiar de actitud, pero nuevamente, “... su viveza de genio...", como él mismo confesó, le volvió a traicionar y pegó a un niño de siete años, “... dejándole acardenalada la espalda por el sitio de los riñones...”

 

Esta última acción, que no señala al Rector precisamente como padre de los niños según estaba en el espíritu de las Constituciones, obligó al Ayuntamiento a separarle definitivamente del empleo. A pesar de todo, el Rector trató de defenderse, acusando al Maestro del Colegio D. Agustín Delgado, de ser el culpable de todo, porque según él tenía a los niños muy mal educados, citando el caso de haber apedreado los niños a unos aguadores y romperles los cántaros, dando también los nombres de varios vecinos del colegio que le habían dado quejas del mal comportamiento de los doctrinos.

 

Como quiera que el Maestro se defendiera de las acusaciones, soltando alguna palabra gruesa contra el Rector y dada la condición de sacerdote de éste, fue también cesado en su puesto el Maestro, lo que provocará que desde ese momento salieran los niños del Colegio para ir a la escuela del Arzobispado,

 

Pensamientos sobre la-educación de-Locke - Psicología les del sXIX
Pensamientos sobre la-educación de-Locke - Psicología les del sXIX

Todo este episodio, aunque aislado, no es sólo el reflejo del estilo particular de una persona, sino el conocimiento de un sistema educativo en una época en que se permitía el maltrato de los niños por los encargados de su formación, sin que las autoridades municipales tomaran medidas hasta que la huída de los niños del Colegio les obligó a actuar para mantener su prestigio y autoridad, sometidos a un escándalo público que no podía ser consentido.

 

Sin embargo, no ha de pensarse que los malos tratos a los alumnos era caso único o consentido por ser los niños huérfanos, por el contrario, era norma habitual en España y en toda Europa desde siglos atrás. El propio Erasmo de Róterdam protegido de Carlos V, presenta al maestro del siglo XVI como a un sádico que gozaba en ver sufrir y llorar a los niños, estando siempre en la clase con la vara en la mano. Lo mismo dicen al respecto otros pensadores y pedagogos corno Juan Luis Vives, Montague, Buchanan, etc., No obstante en España, y desde fines del siglo XVI se generalizó la queja contra los maestros por sus malos tratos a los niños, debido sin lugar a dudas a la comparación que se hacía con los métodos más suaves que usaban los Jesuitas. 

 

A pesar de todo, los malos tratos perduraron mucho tiempo, En el informe que hicieron los regidores municipales en el año 1813, se dice que los azotes y palmetas de que se valían los maestros y preceptores, eran un castigo indigno de la nobleza del joven, afrentando a la inocencia y candidez de los niños. Daban a continuación normas muy concretas de corrección para el alumnado, intentando resolver el problema, normas que parecen sacadas de algún tratado sobre educación de la época. Decían concretamente:

 

"... el Maestro pondrá todo su empeño en hacerse amar y respetar de sus discípulos con su ejemplo, y sólo con los que no quisieran sujetarse al trabajo, usarán exhortaciones llenas de suavidad y dulzura, hablándoles de la utilidad que les vendría a ellos, a su familia y a la patria, si cumplían las obligaciones que se le imponían, pero si algún discípulo no se enmendaba, les deberán reprender con alguna viveza y acrimonia, afeándoles su rebeldía y haciéndoles conocer la nula esperanza de ser en el futuro hombres de provecho, dándoles pequeños castigos que no los ridiculizaran fuera del aula y de ninguna manera difamándolos …"-

 

Por lo que respecta a nuestro Colegio de Doctrinos, las teorías de las Constituciones y las buenas intenciones de los regidores municipales por evitar malos tratos a los niños como acabamos de ver en el caso de la expulsión del rector Galera no se concilian muy bien con la realidad de un sistema educacional que permitía la existencia en el Colegio de los siguientes materiales "pedagógicos" recogidos en todos los inventarios:

  • Tres pares de grillos de hierro
  • Un par de esposas
  • Un cepo de madera

Hay que suponer que se usarían en alguna ocasión pues que en caso contrario no se habrían preocupado tanto de reflejar su existencia e Incluso su estado de conservación en cada uno de los Inventarlos que se hacían cuando tomaba posesión un nuevo Rector.

  

Nota: (Por mi parte atestiguo que era así hasta el último cuarto del siglo XX, de seguro mucho que era más suave que en siglos anteriores, ya no se llegaba al uso de cepos o esposas, pero recuerdo perfectamente los castigos en la escuela pública en la decada de 1970, cara a la esquina, arrodillado con o sin libros en manos y/o cabeza, la regla de madera del profesor que tuve en 1º y 2º de la EGB, la cual casi todos los de la clase probamos en nuestra mano. Y tambien recuerdo a "Gertrudis" nombre que dimos a la vara de otro profesor tambien de la EGB hacia 1980).

La alimentacion en la escuela

El Refrectorio - Fernando Dorado Martin. - Diputación de Toledo
El Refrectorio - Fernando Dorado Martin. - Diputación de Toledo

La alimentación formaba una parte esencial en el cuidado de los huérfanos de este Colegio, junto al vestido y a la educación. Las Constituciones exigían que hubiese un ama para guisarles la comida y servir la cocina, que fuese de más de cuarenta años, salvo que fuese hermana o pariente cercana del Rector. Los niños tenían sus cometidos propios en este aspecto, empezando por la compra de los alimentos y el traslado de la comida ya hecha de la cocina al comedor o refectorio, además de otras sencillas tareas que el ama les encomendase como sacar agua del pozo para llenar las tinajas del patio. El sueldo de esta cocinera pasó de un real diario y un pan en la primera mitad del siglo XVII a un real y medio y la comida desde 1653 en adelante.

 

La calidad de la alimentación y su variedad se diferenciaba poco de la del pueblo llano. En 1658 comían además del pan, alimento esencial para todos, algo de vaca y tocino para los cocidos; potaje los viernes con una especie de bacalao llamada truchuela. Los extraordinarios se hacían cambiando los trozos de vaca por hígado o cabezas de cordero, alguna ensalada en verano y mínimas cantidades de fruta. No aparece en los libros del Colegio cantidad alguna para leche o huevos. Por lo visto, podemos resumir que era una alimentación monótona, incompleta por la falta de vitaminas y proteínas, así como abundante en hidratos de carbono, al igual que era la alimentación de la época en general.

 

El pan constituía la base de la alimentación llegando a ser la mitad del gasto diario en comida, como podemos ver en estos dos ejemplos:

Gasto en comida para el sábado santo de 1659 para 13 niños: 

2 libras de truchuela,

20 maravedís

10 panes a 16 mrs.

160 maravedís

Potaje, especias y vinagre

40 maravedís

 

Gasto en comida para el día 15 de septiembre de 1692 para 11 niños: 

Pan

54 cuartos

Carne

15 cuartos

Recados

6 cuartos

Viandas

6 cuartos

Ensalada

4 cuartos

Aceite

3 cuartos

Carbón

4 cuartos

 

El consumo de pan por niño era de aproximadamente una libra diaria, aunque en el siglo XIX se dispuso que debía ser de una libra y media, representando siempre un parte importante del gasto del Colegio en alimentación. Así en 1579 gastaban 12 panes y medio de 2 libras cada uno para 28 niños, un rector, el ama y el ayudante, lo que suponía al año 79. 919 maravedíes, mientras del Ayuntamiento recibían tan sólo 25 mil maravedíes. De ahí que tuvieran que buscarse otros ingresos para tratar de solucionar la crónica situación deficitaria del Colegio, como veremos en el apartado dedicado a los aspectos económicos.

 

A principios del siglo XIX, la descompensada alimentación seguía siendo similar, señalándose por el Ayuntamiento la siguiente ración diaria por huérfano: 0,5 libras de carne, 2 onzas de tocino, 2 de garbanzos, cuatro cuartos para el almuerzo y 1,5 libras de pan.

 

En las Navidades se hacían extraordinarios en las comidas como puede apreciarse por el gasto de esas fechas. En 1 760 se le dio al Rector la cantidad de 400 reales, que supone una cifra similar a la que se le entregaba por el Ayuntamiento para el gasto ordinario de un mes. En la Navidad de 1679 se gastó el Rector sólo en la cena de Navidad 594 maravedíes, cifra también elevada comparándola con los gastos de otros días del año.

 

 

Es en definitiva en todos los aspectos, la repetición de hábitos y costumbres de siglos. Faltaban aún muchos decenios para que los hábitos de comidas sufrieran los cambios que la moderna dietética recomienda para niños y adultos.

El Vestuario


Los Doctrinos acompañando a un entierro - Fernando Dorado Martin. - Diputación de Toledo
Los Doctrinos acompañando a un entierro - Fernando Dorado Martin. - Diputación de Toledo

Gracias a una de las pocas memorias que disfrutaba el Colegio, le fue posible al Ayuntamiento vestir con alguna dignidad a los niños sin desembolso, hasta que las rentas de dicha memoria, debido al alza de los precios de las ropas y zapatos a principios del siglo XIX, quedaron como una ayuda para el fin que se propuso el donante.

 

La memoria de que se habla es la de D. Pedro Soto Cameno, que había sido fiscal del Santo Oficio de la Inquisición en Toledo en el último tercio del siglo XVI, y uno de los dueños de las casas que luego serian Colegio de Doctrinos a partir del año 1653. Las rentas de la memoria que dejó en el hospital de la Misericordia de Toledo, permitió vestir y calzar a los niños con sus rentas, sin que el Ayuntamiento tuviera que aportar nada. Cuando disminuyeron, los regidores acudieron al fácil recurso de reducir el número de niños admitidos en el Colegio, al igual que hicieron cuando disminuían los Ingresos por el impuesto de los carneros, principal recurso del Colegio.

 

Por las cuentas del vestuario se puede saber con bastante aproximación el modo de vestir de los niños huérfanos del Colegio. En el año 1698 se gastó 1.070 reales para el vestuario completo de 14 niños, Incluyendo los materiales y la confección. Los detalles son los siguientes:

Paño de Chinchón

Lienzo para forrar vestidos

Camisas de lienzo

Zapatos

Pares de medias

Valonas

Bayetas para las monteras

Calzones y jubones

Guirretes

Cintas, valonas, abujetas y cordones

1,5 reales de plata para los zapatos

 

En las cuentas de 1 723 se puede conocer el color empleado en el vestuario así como otros pequeños detalles:

15

Varas de paño para diez vestidos

3

Cuartas de bayeta para las gorras

3

Cuartas de sepitemas celestes para los bolsillos

75

Varas de lienzo para veinte camisas

30

Varas de lienzo ordinario para forro de los vestidos

3

Varas de tela blanca para veinte valonas

10

Pares de zapatos

10

Pares de media

 

Calzadura y cintas para zapatos y calzones

 

Hechura de diez vestidos. Veinte camisas y veinte valonas

5

Varas de terciopelo celeste para las valonas

12

Cordones de seda celeste

20

Varas de cinta manchega para ligas

5

Docenas de ojales para los vestidos

 

Abujetas para los calzones

 

D. Pedro Soto Cameno cuya sepultura se encuentra en la iglesia de San Pedro Mártir debía conocer bien la cantidad de ropa y sobre todo zapatos que gastaban los niños pues todos los años debían hacerles un vestuario completo además de tener que comprarles zapatos cada dos o tres meses como hacían al menos en el siglo XVIII. Su memoria se gastaba anualmente con un vestuario completo como puede verse en estas cuentas de 1773:

14

Varas y dos tercias de paño somonte

 

 

para vestidos y gorras

319 reales

40

Varas de lienzo fino para las camisas

180 reales

23  

Varas de presilla fina para forros

ll5 reales

1,5

Varas de medio true para valonas

10.5 reales

 

Bayeta musca para forros de gorras

9 reales

1

Tercia de paño azul

10 reales

4,5

Varas de terciado azul doble

4 reales

0,5

varas de estameña azul

3 reales

9

Pares de zapatos

85 reales

9

Pares de media

47 reales

 

Hechuras vestidos y gorras

74 reales

 

Hechuras Camisas y valonas

24 reales

 

Total

882 reales

 

 

Nota: Una vara equivale a 0.836 metros

Los edificios del colegio

El Colegio, Cigarral de Doctrinos Y la Iglesia de San Lucas desde el Valle en 1872 - Detalle de una fotografia de J. Laurent IPCE
El Colegio, Cigarral de Doctrinos Y la Iglesia de San Lucas desde el Valle en 1872 - Detalle de una fotografia de J. Laurent IPCE

Tres edificios fueron los que ocupó el Colegio a lo largo de su historia siempre en barrios extremos o alejados del centro de la Ciudad en su zona sur y próximos al río como podemos ver en el mapa.

 

Siempre estuvo en barrios pobres pero no se debe pensar por ello que su alejamiento del centro o su situación en los barrios más humildes de la Ciudad se hacía por deseos de marginación social (en lenguaje de nuestros días) o Era difícil para cualquiera rico o pobre encontrar en los siglos XVI al XVIII un edificio en el actual casco histórico de la ciudad de Toledo que reuniera las mínimas condiciones para situar un Colegio, incluso las comunidades de religiosos tardaban muchos años casi siempre en encontrar y conseguir las casas necesarias para instalarse aunque contaran con la ayuda de poderosos benefactores lo que no ocurrió con el Colegio de Doctrinos que sólo contó con la muy escasa ayuda del permanentemente endeudado Ayuntamiento de Toledo.

 

El primero de sus edificios estuvo hasta 1610 en una casa del barrio de san Cipriano en parte del solar que ocupa hoy el amplio edificio de las Cortes de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha. En el año mencionado la comunidad de Franciscanos descalzos, comúnmente llamados Gilitos se trasladó a ellas y otras próximas que compraron edificando su convento gracias a la ayuda de Francisco y Juan de Herrera.

 

El segundo de los edificios que utilizó el Colegio de 1610 hasta 1653 fue la casa que habían dejado libre los Gilitos era la llamada “casa de los leones”, próxima al Alcázar en el barrio de San Miguel y que había sido de la Cofradía de san Antón desde 1468 pasando en año no determinado a ser propiedad del Colegio de Escribanos, quienes la cedieron ahora al Colegio de Doctrinos como antes lo habían hecho con los Franciscanos Descalzos.

 

El tercero de los edificios, que es el que aun hoy conocemos como Cigarral de Doctrinos, constituyó el definitivo emplazamiento del Colegio el mejor dotado y más amplio e incluso el que mejor situación terna pues se encontraba en la parroquia de San Lorenzo (hoy en ruinas), y a la espalda de la Iglesia mozárabe de san Lucas lindando en la actualidad con un colegio nacional de educación básica el de San Lucas y María.

 

Fue el Ayuntamiento, como patrono que era del Colegio, el que solucionó en 1653 el problema de su emplazamiento definitivo, comprando en esa fecha dos pares de casas, parte de otra y un corral anejo a un regidor de la ciudad de Badajoz, todo ello por un valor de 2.400 reales, cantidad modesta ciertamente puesto que esa cantidad era similar al sueldo de un albañil durante un año, aunque debían estar en malas condiciones ya que el acondicionamiento de dichas casas para la labor que se pretendía costó 5.189 reales, es decir algo más del doble del valor de ellas. El Ayuntamiento dotó además al Colegio con lo más imprescindible: jergones, mantas, mesas, manteles, etc. por valor de otros 500 reales y mandó colocar una lápida conmemorativa que decía lo siguiente:

 

Reinando Felipe W mandó Toledo reedificar esta casa para crianza y doctrina de los niños huérfanos desamparados Siendo Corregidor D. Alonso Díaz de Guzmán caballero de la Orden de Calatrava y Comisarios D. Juan de Villa y Coria, Regidor y Gregorio de Mendoza, Jurado Año de 1653.

 

Desde que se ocupó el Colegio hasta fines del siglo XVII se hicieron algunos gastos más de albañilería por parte del Ayuntamiento para tener "su" Colegio en buenas condiciones, que no debían ser tan buenas; puesto que nuevamente en 1702 se volvió a reedificar buena parte del Colegio mejorándole sustancialmente en muebles y equipos de camas y refectorio, así como en todo lo necesario para la pequeña capilla que llegó a contar con cinco cuadros de temática religiosa y nueve tallas y esculturas. El arreglo de este año también quedó señalado para la posteridad con su correspondiente lápida de parecida redacción a la anterior y en la que al final se indicaba que en ese año de 1702 el rey Felipe V venció al ejército imperial rindiendo Guastalla en su segundo año de feliz reinado.

 

Fuera de estos dos años mencionados pocas o escasas fueron las aportaciones en ropas o enseres que pudo conseguir el Colegio. Cuando un nuevo Rector tomaba posesión de su cargo se hacía inventarlo. Por ellos se puede apreciar la continua disminución de útiles y su progresivo deterioro a lo largo del siglo XVIII.

 

Ni siquiera los objetos de la capilla siempre mejor dotada se libraron del abandono en que tema el Ayuntamiento a esta institución educativa. En uno de los Inventarlos se dice que "...el cáliz Y la patena de plata están… muy puercos e inservibles..."

 

Otros ejemplos los tenemos en la cocina. Un Rector se queja al Ayuntamiento de no tener ningún utensilio en ella achacando su carencia al ama anterior y acusándola de habérselos llevado. La realidad era sin embargo muy diferente puesto que el ama efectivamente se los había llevado a su casa porque eran de su propiedad al haberlos tenido que poner ella misma ya que la cocina carecía de los más elementales utensilios.

 

Este definitivo edificio del Colegio que pasó a propiedad particular a partir de 1857 tenía una extensión de 1153 m2 de los cuales:

  • Las tres cuartas partes 858 m2 correspondían a dos grandes corrales o patios.

Estando el resto edificado con tres plantas:

  • En el piso bajo con una sala que hacía de alcoba, tres sótanos, una cuadra, un patio con galería cubierta, un pozo, una sala que servía de capilla y otras dos salas más.
  • En el piso alto situado en parte sobre el primero y en parte sobre el suelo dadas las distintas alturas del terreno que ocupaba el Colegio se contaban tres salas un horno inutilizado, cocina, servicios o lugar excusado, otra sala que servía de alcoba 
  • Y más arriba con escalera de caracalla azotea con una pila de lavar y un palomar.

Anecdotas

“El viático”, de Gonzalo Bilbao Martínez 1922
“El viático”, de Gonzalo Bilbao Martínez 1922

Derechos cobrados por acompañar entierros.

Era ésta una costumbre extendida por toda España como una forma más de practicar la candad al final de la vida de aquellos cristianos que podían disponer en su testamento mandas o legados con diversos fines e intenciones. La asistencia a los entierros la hacían seis doctrinos generalmente acompañados del Rector del Colegio y llevando las llamadas hachas o grandes candelabros con velas de cera encendidas. Los niños iban con una especie de hábito de tela basta y unos gorros en la cabeza. Estos hábitos eran llamados sacos, Eran también unas manifestaciones de ostentación que interesaban a los familiares del fallecido aunque no debe olvidarse que también constituye el cumplimiento de una de las obras de misericordia.

 

Esta costumbre perduró tanto tiempo que en el lenguaje coloquial Toledano se introdujeron algunas expresiones que nos recuerdan esas manifestaciones de caridad o misericordia; como aquella pregunta que suele hacerse cuando nos sentimos molestos por la intromisión de alguien en nuestra conversación:

 

"¿Quien te dio vela en este entierro? o aquella otra cada vez más utilizada para referirnos a la obligación de llevar a cabo sólo nuestro trabajo y no el de los demás:

 

"Que cada palo aguante su vela". El empleo aquí del sustantivo palo se refiere a las hachas que soportaban o servían para llevar las velas de cera. En Toledo denominar a una persona como un "Perico el de los palotes' se ha tenido siempre como un menosprecio hacia ella, como un don nadie, al igual que debía ser algún Pedro o Perico que llevaba los palos o palotes para distribuirlos en los entierros, y después al finalizar la ceremonia, recogerlos.

 

Petición de limosnas

Ya que las ayudas y dotaciones recibidas por el colegio eran más bien escasas. Una de las formas de obtener ingresos del colegio era la petición de limosna por parte de los niños. La mendicidad era en esta época una costumbre generalizada y utilizada por numerosas personas e instituciones dentro de un sistema social en el que sólo los contactos diarios entre seres humanos daban a conocer una determinada situación de necesidad vital. De esta manera podía funcionar la solidaridad cristiana única forma de obtener cotidianamente recursos pequeños sin perder de vista la posibilidad de que algún piadoso corazón con bolsa abundante hiciera el milagro de resolver situaciones apuradas por un período de tiempo más dilatado cosa que no sucedió en este Colegio.

 

En el último tercio del siglo XVI, tras tratarse por el ayuntamiento de impedir que los niños del colegio saliesen a pedir limosnas ya que esto producía una mala imagen y algunos de los niños se perdían o escapaban. Pedía la limosna un clérigo ordenado de menores que hacía de ayudante del Rector. Se conocen los nombres de cuatro de estos ayudantes que duraban muy pocos meses en sus empleos: el hermano Santos, el hermano Francisco de Vitoria Leonardo Martínez y el hermano Francisco de Espinar. Las peticiones por las calles las hacían acompañados de uno o dos niños tres horas por la mañana y otras tres por la tarde, obteniendo en ese tiempo de uno a dos reales diarios pero a este ayudante se le pagaba con la comida y la cama además de 72 reales al año es decir un 10% de lo que recaudaban. En el siglo XVII las cantidades recogidas para el Colegio por este sistema oscilaban entre 1.500 y 7.200 maravedíes al año que no suponía casi ninguna ayuda puesto que sólo para la alimentación se necesitaban de 150 a 400 maravedíes diarios.

 

 

 

Fuentes: 

Wikipedia

Diputación de Toledo - El colegio de Doctrinos - Gabriel Mora del Pozo 1989