Las Casas del Nuncio


Hospital de los Locos (vulgo el Nuncio) Semanario Pintoresco Español Mayo de 1840
Hospital de los Locos (vulgo el Nuncio) Semanario Pintoresco Español Mayo de 1840

En la época feliz para la nación española en que sacudiendo el yugo sarraceno se preparaba para llevar triunfantes las banderas de Castilla de uno á otro lado del mundo, la caridad cristiana, es elevado sentimiento que había sido desconocido casi enteramente de los antiguos pueblos, se despertaba mas y mas en todos los corazones, para reparar las injusticias de los siglos anteriores, y pregonar el triunfo de la santa igualdad, proclamada sobre el Gólgota. Al espíritu caballeresco que se había levantado en los tiempos medios para protestar solemnemente contra la opresión, para defender al débil de los desmanes del poderoso, debían suceder otros sentimientos que estuviesen más conformes con la nueva era que amanecía para la humanidad; debían reemplazar otras creencias más consoladoras; y la religión, que había ungido, por decirlo así, los fallos alcanzados por medio de las armas en los juicios divinos, no pudo menos de prestar nuevas formas á semejantes sentimientos, dando vida á la beneficencia. Se levantaron en todas partes multitud de hospitales; se apresuraron los poderosos á partir sus rentas con sus desvalidos hermanos, y la más sabia, la más grande de las reinas españolas corrió también á pagar tan justo tributo á la humanidad, consagrando en su obsequio no pocas horas, en medio de los cuidados que le proporcionaban los negocios públicos. No solamente contribuyó la reina Isabel la Católica con pingües donaciones á la dotación de multitud de hospitales, sino es que se dedicó corporalmente al servicio de los enfermos, como sucedió en el hospital fundado en Sevilla por doña Catalina de Ribera, conocido ahora con el título de la Sangre.

 

En aquel tiempo tuvo, pues, lugar también la fundación del hospital de locos de Toledo,  también llamado de la Visitación, de Inocentes o de Dementes, conocido con el nombre de Casa del Nuncio, nombre que ha contribuido á hacer más celebrada la pluma del inmortal Cervantes.

 

Vivía en Toledo por los años de 1480 un nuncio del santo padre, llamado don Francisco Ortiz, varón de tan ejemplar vida y de costumbres tan severas que atraía sobre sí constantemente la atención de todo el mundo, siendo tenido por un modelo de virtud y mereciendo las mayores muestras de respeto y las más sinceras alabanzas. Distribuía este buen religioso la mayor parte de sus rentas entre los pobres, y era por esta causa visto como el padre de los menesterosos, hallándose siempre rodeada su casa de madres afligidas, de huérfanas desgraciadas y de venerables ancianos, cuyos brazos no podían sustentar ya la espada ó el arado. Contaba don Francisco Ortiz una edad bastante avanzada, cuando en marzo de 1483 solicitó del sumo pontífice Sixto IV una bula para fundar un hospital, en donde se curasen dementes y se criasen expósitos, deseando dejar de este modo á su posteridad un testimonio auténtico de su filantropía. Armado ya de la bula romana, por la cual se concedían á su proyectado hospital infinitas gracias y privilegios, cedió las casas en que vivía, que eran de su patrimonio, para establecer en ellas tan benéfico instituto, y comenzase la cura de los locos inmediatamente, admitiendo treinta y tres de aquellos desgraciados, y algunos expósitos.

 

Corrían los años 1505 y gozaba el hospital del Nuncio de grande prestigio tanto en Toledo como en todo el reino, por la benignidad y el celo con que eran asistidos los enfermos, y los acertados ordenamientos que había dado Ortiz para su gobierno. Noticioso el pontífice Julio II de todo y queriendo dar una muestra de aprecio al humanitario nuncio, amplió en el año citado la bula referida, concediéndole más indulgencias y exenciones, lo cual obligó á don Francisco á dictar nuevas ordenanzas en 1508, dando mayor extensión á su primitivo proyecto, ordenanzas que fueron otorgadas ante el notario de los reinos Juan de las Cuevas. (por su extensión no pondre aqui las ordenanzas pero pueden verse en este documento de la Real academia de Toledo).

 

Había bendecido el hospital, al instalarse, el obispo de Mitra don Juan Quemada, gobernando aún la iglesia de Toledo el gran cardenal de España; y le veían con particular predilección todas sus dignidades, cuando pasó de esta vida el nuncio de su Santidad, nombrando por patrón y administrador del hospital y de sus bienes al cabildo metropolitano. Muchos y grandes fueron los cuidados que prodigó el capítulo á aquella casa de dolor, dando más ensanche al número de los seres infortunados que habían menester de su socorro y ostentando un espíritu altamente cristiano, al paso que engrosaban sus rentas con nuevas adquisiciones. En 1557 logró, pues, que el caritativo don Juan de Vergara le dejase toda su hacienda, con lo cual llegó el hospital á su auge, teniendo la fortuna de que en el siglo XVII hiciera otro tanto el racionero Alonso Martínez, persona que, merced á sus ejemplares costumbres, había podido reunir un caudal bastante considerable.

 

En cuanto a la primitiva ubicación del hospital, el erudito toledano Sr. García Rodríguez, demostró documentalmente que estuvo en el llamado «adarve de atocha», junto a la Puerta Nueva de la ciudad, lo que coincidiría con la tradición medieval ya citada de situar las celdas de los enfermos mentales en la proximidad de las puertas y fortificaciones de las ciudades. No obstante, pocos años después, y al parecer, El Nuncio instaló el hospital en las propias casas de su morada, Situadas frente á lo que fue parroquia de San Juan Bautista hoy de los Jesuitas, en un estrecho callejón, ocupando una zona urbana, hoy transformada, pero que podríamos situar en los aledaños de la calle y callejón del Nuncio Viejo, a los que da nombre, y plazas de Juan de Mariana y de los Postes, entonces calle de San Juan Bautista, hasta que habiendo venido á Toledo el virtuoso y activo arzobispo y cardenal de Lorenzana, y viendo que era aquel local mezquino, reducido y falto de decoro, inadecuado, por ocupar unas casas del siglo XVI con varios aposentos en torno a un patio. Corno ya lo describiera Avellaneda en su Don Quijote pensó en labrar un hospital digno del buen nombre del fundador y de la fama que gozaba el del Nuncio.

 

Encomendó la traza de los planos al arquitecto don Ignacio Haam, artista que alcanzaba en Madrid grande reputación, y de quien tienen ya noticia nuestros lectores. Desempeñó don Ignacio sus trabajos, los presentó al arzobispo, y con aquella actividad prodigiosa, con aquel laudable celo que tantos beneficios había proporcionado á la antigua corte de los godos, dispuso el prelado cuanto era indispensable, allegó dinero y diese principio á la obra, poniéndose en 12 de junio de 1790 la primera piedra de sus cimientos, quedando concluido en 1793. 


Planta del hospital del Nuncio Nuevo por Pedro Navascués Palacio, (1991).
Planta del hospital del Nuncio Nuevo por Pedro Navascués Palacio, (1991).

La planta de este edificio, que se halla situado entre norte y occidente de la ciudad y pertenece exclusivamente á la arquitectura greco-romana, es cuadrilonga, constando de doscientos treinta pies de longitud por doscientos veinte de latitud. Se Compone de dos cuerpos, dórico el primero y jónico el segundo, presentando en sus cuatro fachadas doce ventanas iguales, ornadas las bajas de jambas de molduras y coronando las altas frontones de bastante elegancia. Se hallan resguardados los ángulos de unos listones poco salientes de piedra berroqueña , de cuya materia es también el zócalo y el cornisamento, siendo los entrepaños de ladrillo cocido, lo cual contribuye algún tanto á hacer á este monumento , en el cual está personificada por decirlo así la reacción del último siglo, algún tanto pintoresco. La fachada principal está situada al mediodía, viéndose en su centro la portada que ocupa los diez pies, que excede la longitud á la latitud de este edificio. Consta de dos cuerpos de arquitectura de colosales proporciones, en cuya traza parece haber atendido más don Ignacio Haam á la arquitectura griega que á la romana. El primer cuerpo que se levanta sobre seis anchas gradas de piedra, se compone de cuatro columnas dóricas que reciben el cornisamento, leyéndose en el friso la inscripción siguiente:

 

MENTÍS INTEGRE SANITATIS PROCURANDAE AEDES SAPIENTE CONSILIO CONSTITUTAE. ANNO DOMINI MDCCXCIII.

 

Que podría traducirse por:

 

"CASA CONSTRUIDA POR CONSEJO SABIO PARA RESTABLECER LA SALUD DE LA MENTE. AÑO DEL SEÑOR DE 1793"

 

Son las columnas del segundo de orden jónico, guardando la misma colocación que las del primero, asentando en su comisa un frontispicio que se alza sobre un estilóbato de tres gradas y remata con un grande escudo que contiene las armas del arzobispo Lorenzana, sostenidas por dos colosales niños de mármol, obra debida á don Mariano Salvatierra, que tantas hizo en Toledo en el último siglo, como han visto nuestros lectores en los artículos de la Catedral. Careciendo la fachada de otros elementos decorativos lo cual da un aspecto sobrio al edificio.

 

La fachada opuesta del norte ofrece también una elegante perspectiva por el juego que hacen las ventanas de todo el edificio, y los arcos y rejas, abrazadas por pilastras dóricas, formando el mejor compartimiento.

 

Da entrada la puerta principal á un espacioso atrio de planta cuadrada sostenido por cuatro columnas, viéndose en el frente la escalera que conduce á la capilla y á las habitaciones del segundo cuerpo, mientras en los muros laterales existen otras puertas que comunican con diferentes oficinas, hallándose las que llevan á los patios interiores en el mismo muro de la escalera. Sobre las puertas laterales hay dos lápidas de mármol que contienen las leyendas siguientes: en la de la izquierda dice de este modo:

 

EL MUY REVERENDO PROTONOTARIO FRANCISCO ORTIZ NUNCIO APOSTÓLICO Y CANÓNIGO DE ESTA SANTA IGLESIA PRIMADA FUNDÓ EN SUS CASAS PROPIAS EL HOSPITAL DE INOCENTES. AÑO DE MCCCCLXXXIII. Y NOMBRÓ POR PATRONO AL ILUSTRÍSIMO CABILDO DE LA MISMA, SANTA IGLESIA EN EL DE MDVILL.

 

En la parte oriental se lee:

 

EL EMINENTÍSIMO SEÑOR, DON FRANCISCO ANTONIO LORENZANA CARDENAL ARZORISPO DE TOLEDO, CON ACUERDO DE SU CABILDO QUE ES PATRONO PERPETUO DE ESTE HOSPITAL, LE MANDÓ HACER DE NUEVO PARA MEJOR CURACION DE LOS ENFERMOS, EMPEZÓSE EN EL AÑO DE MDCCXC.Y SE ACABÓ EN EL DE MDCCXCIII.

 

Se compone la escalera mencionada, que es verdaderamente suntuosa y muy celebrada de los arquitectos, de dos tránsitos que se dividen en el segundo en cinco ramales, encaminándose tres de ellos á la capilla citada y Ir s restantes al atrio del segundo piso, igual enteramente al del primero, si bien las columnas son jónicas así como las cuatro que adornan y sostienen la bóveda do la escalera. Se contemplan á los lados de la puerta de la capilla dos retratos que despiertan un sentimiento de gratitud, recordando las virtudes de los personajes á quienes, intentan representar. Es el uno de don Francisco Ortiz, fundador de tan laudable y humano establecimiento, y figura el otro al racionero Alonso Martínez, rector del mismo hospital, que como hemos indicado arriba, le dejó á su muerte todas sus rentas. Son ambos retratos dignos del aprecio de cuantos viajeros entendidos llegan á aquella respetable morada del dolor, no solamente por la circunstancia de figurar tan estimables varones, sino también por su merito artístico, si bien la poca luz del sitio en que se hallan no deja á ciertas horas gozar de sus bellezas. Nos parece sin embargo, más apreciable el del rector Martínez, que debe ser al mismo tiempo más fiel, por haberse hecho en tiempos en que se hallaba más adelantada la pintura.

 

La capilla que está colocada en el centro del edificio es de planta elíptica, viéndose decorada de un gracioso cuerpo de arquitectura de orden corintio, compuesto de pilastras con airosos capiteles , las cuales sostienen la cornisa sobre que se apoya el anillo de la media naranja, en el nacimiento de la cual se hallan varios tondos ó claraboyas que le prestan luz escasa.—En los muros de oriente y occidente se encuentran dos grandes arcos cerrados por fuertes rejas , desde donde oyen misa los pobres dementes , estando destinado el arco de la derecha para los hombres. Hacia 1840 que uno de los infelices dementes que vivían en aquel hospital, se ahorcó, en uno de los arrebatos que lastimosamente padecía, de las rejas de este arco, siendo necesario que se consagrara nuevamente la capilla para celebrar el culto divino y el de la izquierda para las mujeres.

 

Al frente de la puerta existe el altar, cuyo retablo en extremo sencillo encierra un lienzo que figura un Crucifijo, cuadro de buena manera, atribuido por algunos eruditos toledanos á don Francisco Goya, y tenido en concepto de otros como producción de don Francisco Bayen. Nosotros confesamos que la poca luz de la capilla, á pesar de haberla visitado distintas veces, no nos dejó disfrutar lo bastante de este lienzo, para que podamos dar sobre él decididamente nuestro voto, dejando á nuestros lectores el cuidado de examinarlo por sí, si llegan á ser más afortunados que lo fuimos nosotros.

 

Nota: Esto fue escrito en 1842, la autoría del cuadro ciertamente pertenece a Francisco Goya, siendo copia de otro que se encuentra en el museo del Prado, en nuestros días se encuentra en el Museo de Santa cruz.

 

La capilla está consagrada bajo la advocación de la Visitación de Nuestra Señora, y cubierta en su parte exterior de planchas de plomo que la preservan de las lluvias.

 

Nos resta dar una idea de la distribución interior del edificio, dispuesto todo para el objeto á que se destinaba, si bien no dejaremos de indicar que las habitaciones exteriores del segundo piso, en las cuales se conservan los planos del alzado y la planta de este hospital, son cómodas, alegres y espaciosas, estando habitadas por el administrador del mismo.

 

Hallase pues dividido en cuatro grandes patios, compuestos cada cual de doce arcos redondos, que estriban en fuertes pilares, presentando dos cuerpos separados por impostas que dan la vuelta á todo el muro. Habitan en dos de ellos los capellanes encargados del servicio espiritual de los enfermos, y viven estos en los dos restantes, excitando la compasión pública con sus extravíos y demencias, arrancando unas veces las lágrimas y produciendo otras la risa con sus graciosos y oportunos chistes.

 

Dos de estos patios estaban reservados para los hombres y sus enfermeros, los dos orientales, mientras que las mujeres ocupaban los occidentales con sus enfermeras. Sobre los patios del fondo se abrían los cuartos ocupados por los enfermos, que habían heredado del Nuncio Viejo el dramático nombre de "jaulas". No obstante se pondera siempre la limpieza y trato de los enfermos, "En todo el recinto se nota una limpieza admirable, no siendo menos el orden que allí reina y el trato altamente humanitario que reciben los desgraciados que se ven reducidos a un estado tan lamentable".

 

Hay quién de aquellos desgraciados cree con la fe más profunda que es el Padre Eterno y pasa la vida rodeándose el cuello con rosarios y reliquias, mientras pronuncia palabras para él misteriosas y para los demás ridículas, hay quién se tiene por el Ante-Cristo y plaga las paredes de letreros y disparatados dibujos, que revelan no obstante un ingenio malogrado, quién prepara su mortaja que borda cuidadosamente en tanto que entona con un entusiasmo digno de mejor cabeza lúgubres cantos religiosos,  y quién finalmente porfía con todo el mundo, asegurando que el alma que tiene no es suya usando para demostrarlo de tan oscuros é inconexos argumentos que no pueden menos de causar admiración provocando la risa de los que le escuchan con cabal juicio.

 

Confesamos que nosotros estuvimos a poco de perderlo, mientras permanecimos entre tan desafortunados seres, y que es necesario tener una firmeza de espíritu admirable para resistir por el espacio de una hora aquel horrible tormento. Así fue que pasamos rápidamente una especie de revista á las habitaciones destinadas para los locos, las cuales son cómodas, aseadas y seguras; recorrimos las galerías y miradores altos que tienen excelentes vistas á la vega, y después de haber hecho algunos obsequios á los dementes, dejamos aquel recinto, dando á Dios infinitas gracias porque nos había permitido salir de allí menos locos que los que dentro quedaban.

 

Hasta aquí con algunos pequeños cambios lo expuesto por José amador de los Ríos en 1845

 

En 1849, cuando suprimido el patronato capitular, el hospital pasó a depender de la Junta Provincial de Beneficencia, Contaba con eran treinta y dos los acogidos, sin sobrepasar el número ele treinta y tres enfermos que se venían atendiendo desde el siglo XVI.

 

En 1868 el hospital pasó a depender de la Diputación Provincial, conservando su función hasta 1973, en que el entonces llamado Hospital Psiquiátrico se trasladó a sus nuevas instalaciones.

 

En 1985 se acometió un proyecto de rehabilitación para utilizarlo como sede de los Servicios Centrales de Consejerías del Gobierno Regional de Castilla-La Mancha; redactado el proyecto por los arquitectos J. M. Gentil, J.M. Marsá y G. Cabeza. Que mantuvieron lo antiguo, Incorporándose varias cosas de las que carecía, como biblioteca o salón de actos,  suprimiéndose muchas de las rejas que impedían el acceso de una parte a otra del edificio con lo cual el interior perdió su aspecto interior sombrío.

 

Fuentes:

Toledo Pintoresca José Amador de los Ríos 1845

Del neoclasicismo al racionalismo. por Navascués Palacio, Pedro (1991). Biblioteca de la Universidad Politécnica de Madrid

Semanario Pintoresco Español Mayo de 1840