El convento de San Agustín

Desaparecido


El desaparecido Convento de san Agustin - 1562 - Detalle de una vista de Toledo por Anton Van Den Wyngaerde
El desaparecido Convento de san Agustin - 1562 - Detalle de una vista de Toledo por Anton Van Den Wyngaerde

El convento de Agustinos Calzados de Toledo, que también fue sede de varias cofradías, como las de Nuestra Señora de Gracia y de San Pedro de la Vega o el Verde. (No confundir con el Convento de Agustinos de Recoletos Descalzos, Sito en la calle de recoletos),

 

Este convento que fuese palacio de reyes sería destruido por: "La insensata piqueta y el desprecio de los hombres que destruye la historia y condena a repetirla lo mismo ayer que hoy"

 

Debió de ser fundado por Alfonso X, hacia 1260, o gracias a las contribuciones reales, en una ermita dedicada a san Esteban situada en un lugar de la solanilla, en los alrededores del Puente de san Martín, De donde quizás por la humedad insalubre que procedía del río o por el simple deseo de instalar el monasterio dentro del recinto de la ciudad, El Conde de Orgaz, Gonzalo Ruiz de Toledo logro de doña María de Molina la cesión de los terrenos que constituirían su residencia definitiva, 


Las casas cedidas a los religiosos estaban localizadas en un palacio visigódo, que según la tradición había pertenecido al Rey don Rodrigo, y despues fue palacio árabe siendo este el lugar donde nació la princesa árabe conocida como santa Casilda. 


La comunidad de religiiosos se trasladó al nuevo edificio en 1312, conservando hasta su desaparición en el siglo XIX algunos salones de los antiguos palacios visigodo y árabe.

 

En 1323: Muere el Señor de Orgaz y es enterrado en la iglesia del convento. En 1327 su cuerpo  sería trasladado a la Iglesia de Santo Tomé.

 

En el siglo XVI y comienzos del XVII se reformará y ampliará el convento, nos han llegado datos de la reforma, pues  se conservan las trazas originales de Covarrubias:

 

En 1547, se ocupo de la reforma del convento Alonso de Covarrubias, en este año se enlosaron los cuartos altos y bajos del dormitorio y mirador hacia la vega del convento, ocupándose de esta obra previa a la reconstrucción encargada a Covarrubias un solador de nombra Alonso Domínguez.

 

Covarrubias daría las trazas y condiciones para la obra que comenzaría en 1522, el 4 de Agosto de ese año el albañil Francisco González  y el carpintero Diego Honrado comenzarían las obras, que se redujeron a la construcción anterior y al derribo del cuarto viejo, de todo el cuarto nuevo de la hospedería, del zanjeo de la portería y el medio de la iglesia, Se levantaría un claustro de tres pisos. Con las celdas conventuales, donde se aprovecharon los pilares del cuarto viejo, se acometieron también las techumbres y su viguería así como las armaduras de madera de los tejados y barandillas de los claustros.

 

En  1562 - Anton Van Den Wyngaerde en su vista de Toledo lo dibujaría junto a la Puerta del Cambrón como un edificio renacentista, (la imagen superior de la página muestra la imagen que debería de tener el convento).

 

En 1566 Covarrubias trazaba y daba las condiciones para la enfermería del convento, levantada por los albañiles Pedro Sánchez y Bartolomé Díaz, contaba de dos plantas desde la escalera principal al medio del convento donde se hace una pared nueva. 


Sepultura de los Condes de Melito, que fue trasladada a la iglesia de San pedro Martir, por Valeriano Bécquer 1870, semanario la Ilustración de Madrid
Sepultura de los Condes de Melito, que fue trasladada a la iglesia de San pedro Martir, por Valeriano Bécquer 1870, semanario la Ilustración de Madrid

La capilla de Nuestra Señora de Gracia se realiza bajo el patronato de doña Ana de la Cerda Condesa de Melito, fue ensanchada hasta el primer pilar del Huerto del claustro, tomando una parte de la capilla de san Ildefonso, colateral a la mayor. Aquí se colocarían los nichos funerarios de los Condes de Melito , “Un doble enterramiento, hermoso sobre toda ponderación, del género plateresco, cuajado de labores y tallas en piedra blanca, que parecen verdaderos dibujos

 

Otra capilla conventual llamada de los genoveses, que antes era exterior al convento y que en 1590 pertenecía al genovés Esteban Gentil Cenarega quedó dentro del monasterio tras las reformas de Covarrubias, esta misma época se construyó la sacristía para la capilla de San Ildefonso estando esta debajo de la escalera principal del monasterio.

 

Enfrente de la capilla de san Ildefonso se encontraba la capilla de San Esteban, Los agustinos siguiendo una traza de Covarrubias para abrir un arco grande para ornato de la iglesia pidieron para esta capilla de san Esteban la misma forma. La obra se demoraría hasta 1597 en que el ayuntamiento cede una parte de la calle real a Don Pedro de Ávalos para que se hiciese la ampliación.

 

Aunque no hay documentos que lo acrediten parece que desde 1577 se encargaría de las trazas de la obra Nicolás de Vergara el Mozo. Quien seguiría las trazas dejadas por Covarrubias.

 

En 1597 la obra de carpintería pasaría a Lorenzo Sánchez

 

En 1599 se solicitó que las murallas quedasen adscritas al convento, ya que eran parte de sus muros exteriores y era necesario abrir pasos en ellas hacía unas huertas colindantes también dependientes del convento,

 

En 1613 se efectuó el pago de 1250 ducados como valor de estos muros, de las murallas

 

En 1618 el convento adquirió el resto de los huertos de la zona, En este año el alarife del ayuntamiento Juan Díaz supervisó el derribo de algunas partes de la muralla para abrir los pasos a las huertas.

 

En 1601 se encargaría de las obras de la portada y pórtico de la Iglesia Nicolás de Vergara el Mozo.

 

En 1615 la obra de la Capilla mayor pasará a Rodrigo Vargas, quien quería abrir nichos funerarios y colocar escudos de armas en las paredes, En 1618 se reanudarán las obras por el maestro Espinosa, Este cambiaría el artesonado de la iglesia, levantarán nuevos muros con pilastras de yeserías y pequeñas capillas de poco fondo entre cada dos pilastras, también se pondrían cornisas que recorrían toda la nave, Cubriría toda la nave con una bóveda de cañón, con lunetos y ventanas en ella.

 

Gabriel de los Morales (1604-1645), hijo mayor de Jorge Manuel Theotocópuli, nieto del Greco, profesó en este convento e incluso llegó a escribir en él algunos tratados teológicos.

 

En 1793 fray Vicente Romero de San José, librero de este gran convento elaboró un índice que ha permitido identificar las numerosas obras que componían la biblioteca del convento. obras estas que se han conservado.

 

Sufrió el incendio y saqueo durante la guerra de la Independencia (1808 – 1814). Hay un relato de un monje agustino de la entrada de las tropas francesas el 26 de abril de 1808.  Leyendas de  Toledo.com nos muestra el relato de la entrada de las tropas de Napoleón en Toledo que hace el fraile Agustino.

 

“Día 26 entró Dupont con 10.000 hombres en dos trozos: uno por la Puerta de Visagra y otro por la de Alcántara. Venía como para entrar a viva fuerza, puesta en orden su infantería, caballería y artillería, pensando encontrar resistencia y amenazando que a lo más podría perder su vanguardia, pero que en tal caso, Toledo quedaría destruido.

 

Todo quedó en amenazas, pues Toledo no hizo resistencia por no tener con que. En este convento se alojó la 4ª legión y otros cuerpos hasta unos mil y doscientos hombres desde la escalera negra en que se hizo la división hasta lo último hacia el río. Las inquietudes que nos causaron, no obstante que hacer perseguían como amigos, fueron muchas. No he visto una gente, incluso la oficialidad, más ignorante, más sin crianza, más atrevida e insultante, más sin religión y más sin moralidad en su porte, y aunque algunos soldados alemanes e italianos de los traídos por la fuerza conservaban pensamientos religiosos, tenían que esconderse para practicarlos. La habitación que se les cedió padeció mil destrozos: quemaron puertas y ventanas, inutilizaron el pozo y los aljibes, desenladrillaron varios trozos del claustro, rompieron tabiques, quebraron tenajas y vendieron los hierros que pudieron arrancar a menos precio, como el carrillo del aljibe que le dieron por dos reales.

 

La manutención que se les daba o por la Ciudad, o por la Intendencia, era de pan, vino y carne y aunque por el abasto se les daba el carbón necesario, que aun les sobró al tiempo de marcharse, no por eso dejaron de quemar hasta los vanos de las escalera. Era común dicho que importaba más lo que desperdiciaban que lo que aprovechaban principalmente a la rica carne que se les daba, porque las ventanas estaban rodeadas de colgajos de carne más negra que una pez.

Diez y seis millones de reales importaron las cuentas de sus gastos, y eran tan excesivos en pedir a millonadas de cada cosa, como zapatos, camisas, paños, que parecía que aquellos hombres intentaban que el pueblo se alborotase y se resistiese y con ese pretexto saquear la Iglesia y la Ciudad.

 

Los hospitales se hicieron un artículo de suma conjunción, principalmente de vinos generosos que en vez de gastarlos como debían, los aplicaban a sus banquetes.

Los médicos franceses ignorantes, dejaban morir a montones a los soldados, y si no hubieran puesto los Hospitales al cuidado de los Médicos españoles, no hubiera sobrevivido un francés. Generalmente hablando: su porte en Toledo fue atrevido, insultante con desprecio, amenazador, provocativo y sin señal de haber tenido una mediana crianza”.

 

El convento sería suprimido el 20 de septiembre de 1809, tras un año de la ocupación francesa,

 

En 1815 Volvió el Prior de los frailes, que solo encontró las ruinas de un convento destrozado por la ocupación. Con la venta de algunas propiedades rurales y diezmos, se recuperó y restauró de 1814 a 1820.

 

En 1821 tuvo que ser abandonado durante el Trienio Liberal, siendo saqueado de nuevo.

 

En julio de 1823 volvieron los frailes e iniciaron una nueva reconstrucción, que se prolongó hasta 1832, en que se inauguró otra vez el convento.

 

El 27 de agosto de 1835 el gobierno liberal suprimió el convento. Fueron exclaustrados los monjes y el resto de los residentes. La biblioteca del convento acabaría  quedando integrada dentro de la Colección Borbón-Lorenzana.

 

Sixto Ramón Parró (1812-1868), quien conoció los restos del convento en esta época, tras el incendio y antes de ser demolido, vio algún resto de yesería de estos salones que se conserva en el claustro de san Juan de los Reyes. Recuerda el pórtico y portada principal, donde había una Estatua de San Agustín de Manuel Gutiérrez. Su iglesia y claustro donde había un fresco de Nuestra señora de Gracia de donde procede su segundo nombre y oficial advocación. 


Vista de la zona ocupada por el Convento de san Agustín, y del que fuese palacio del Rey Rodrigo - Detalle de una foto de Casiano Alguacil hacia 1870, Se aprecian los pocos restos que quedaron, apenas unos pocos restos de los muros exteriores
Vista de la zona ocupada por el Convento de san Agustín, y del que fuese palacio del Rey Rodrigo - Detalle de una foto de Casiano Alguacil hacia 1870, Se aprecian los pocos restos que quedaron, apenas unos pocos restos de los muros exteriores

También durante estos años o quizás un poco después debió de visitarlo José Amador de los ríos quien escribió la siguiente descripción de lo que vio, así como también sus muy fundadas quejas de lo que había ocurrido, quejas y pesares que por otro lado hacemos nuestras:

 

“En la parte más occidental de la antigua corte española, y muy próximo á la puerta del Cambrón, se encuentra el despedazado convento de Agustinos, fundado por los condes de Orgaz, sobre los escombros del antiquísimo palacio de los reyes godos, que fue después habitado é ilustrado por los musulmanes.

 

Las tradiciones de que es todavía objeto este palacio, y los restos que aún subsisten, prestan no poco interés á aquellas ruinas, manifestando al mismo tiempo cuán grande debió ser su magnificencia en otras épocas.

 

En aquel recinto resonaron los amorosos acentos de Florinda, la hija del conde don Julián, cuya venganza horrible llenó de luto á España; en aquel recinto los grandes y prelados, los nobles y pecheros, se postraban lisonjeros y humildes ante el rey don Rodrigo, para ensalzar la belleza de su dama, y para celebrar sus torpes desvaríos:

 

En su redor prelados, personajes, caballeros, señoras, dueñas, damas, ostentando riquísimos ropajes acaso ardiendo en amorosas llamas; hidalgos, escuderos, guardias, pajes de oscuros nombres y dudosas famas, esperaban al rey, por tributarle obsequio, y de su amor felicitarle.

 

Esta octava que tomamos de la Florinda, poema en que nuestro querido amigo, el duque de Rivas, canta la destrucción del imperio godo, es el mejor bosquejo que puede hacerse de aquella corte corrompida, que se albergó un tiempo en el palacio, cuyas ruinas se conservan todavía como un padrón eterno de Semejantes desórdenes. Al pisar aquellos escombros, confesamos que acuden en tropel á la imaginación todas estas ideas, todas estas tristes imágenes.

 

Pero tras ellas vienen luego otros recuerdos, de que son vivos despertadores los rotos muros que se contemplan aún erguidos, conservando parte de su primitiva riqueza y presentando las reliquias de una civilización fastuosa y brillante.

 

Todavía se conservan allí las paredes de las grandiosas tarbeas del alcázar arábigo; todavía dan testimonio de su magnitud y de su suntuosidad algunos arcos, en donde el tiempo ha guardado bellísimos trozos de estucados relieves, fruto de una imaginación rica siempre y lozana.

 

Pero al visitar estos preciosos restos, que no ha respetado nuestro furor presente, no pueden menos de asaltarnos mil desconsoladores pensamientos, viendo cómo se desvanecen las grandezas, cómo vuelan las pompas mundanales, dejando solo amargas lecciones para lo porvenir.

 

Al visitar aquellos montones de escombros, inundado nuestro pecho de una incalificable tristeza, no pudimos menos de recordar á Caro y á Rioja (Canción á las Ruinas de Itálica, compuesta por el primero y refundida magníficamente por el segundo).

 

La casa para el César fabricada ¡ay! yace del lagarto vil morada.

 

El suntuoso palacio de los godos y de los árabes, que había sido consagrado después por la religión, solo sirve ahora para excitar la compasión, acusando con muda lengua á la generación presente del más absurdo de los vandalismos.

 

Sin embargo, en sus deshechas paredes, que dan vista á la frondosa vega, dominando la antigua Basílica de Santa Leocadia", se han conservado acaso algunos apreciables trozos de ataurique, que si no prometen largo tiempo de vida, al menos han bastado para revelarnos lo que fue indudablemente este famoso edificio.

 

Entre las ricas tablas de bellas labores, se contemplan algunas orlas que contienen inscripciones arábigas con elegantes caracteres cúficos, de las cuales solo pudimos copiar la siguiente, notando al mismo tiempo que estaban repetidas distintas veces las mismas palabras.

La traducción es la siguiente:

 

"Gracias (sean dadas) a Dios, y loado sea su nombre, El imperio es de Dios: loado sea su nombre; Dios es eterno."

 

Se cree generalmente que fue morada este palacio del padre de Santa Casilda, tercer rey de la dinastía árabe de Toledo, habiendo nacido aquella gloriosa mártir en el mismo edificio.

 

Los fragmentos que han sobrevivido á tantos trastornos como ha experimentado este monumento, impiden que pueda formarse una idea de lo que debió ser en los tiempos de su esplendor, retrayéndonos al par de fijar la época en que fue reconstruido en tiempo de los sarracenos.

 

No hemos querido, sin embargo, dejar de apuntar lo que hemos visto y examinado por nosotros mismos, para dejar un testimonio, por donde algún día se comprenda el desdén y el abandono, cuando no la falta de patriotismo, con que en nuestros días se han visto esta clase de edificios, que no merecieron ciertamente mas estimación á nuestros padres, bien que siempre aparecerán estos disculpados por el espíritu de exclusivismo que los animó respecto á las artes.

 

Quienes no merecen disculpa de ningún género son los que por el cebo de una mezquina ganancia han convertido en escombros las más preciosas joyas de las artes españolas, haciendo alarde de una impiedad artística, digna verdaderamente de los partidarios de Atila.

 

No se crea de ningún modo que nos lleva el entusiasmo de nuestras antiguas glorias nacionales hasta el punto de pretender que todo se viese con respeto y se conservase como cosa veneranda. Esto sería una locura, un vértigo tan lamentable como el que se ha apoderado de algunas cabezas para destruirlo todo: necesario es decirlo lisa y llanamente.

 

Lo que nosotros lamentamos es que en el anatema común hayan caído envueltas muchas y muy estimables producciones del ingenio español , que por ser otros tantos monumentos artísticos , revelaban la marcha de la civilización y cultura de nuestros padres en las diversas épocas á que pertenecían.

 

Lo que nosotros lamentamos es que muchos edificios que en medio de los siglos y de las revoluciones permanecían enhiestos para recordar importantes hechos de gloriosa memoria, debiendo por lo tanto ser considerados como irrefragables testimonios de la historia de España, hayan desaparecido al rudo choque de la ignorancia, con mengua y desdoro de la patria del Cid y de Gonzalo.

 

Por lo demás, esos edificios que nada decían, que nada representaban, que carecían de todo valor, que no han excitado, ni han podido excitar la admiración de los hombres sensatos, bien poco importaban en la historia y no se ha perdido mucho con perderlos.

 

El convento de San Agustín, considerado bajo el doble aspecto en que vemos nosotros los monumentos, era indudablemente digno de aprecio, y no podía menos de despertar el interés de los viajeros entendidos.

 

Al presente solo atrae sus miradas para excitar su compasión: dentro de breve tiempo no habrá quedado la señal más leve del palacio godo, del alcázar árabe, ni del convento agustino,”

 

 

Casimiro de Vidales compró el edificio y demolió sus restos, incluyendo la estatua de San Agustín de la portada, sirviendo para las cajas de la presa de la Solanilla en el Tajo. Sólo se salvaron:

 

  • Una copia de un relieve mudéjar (actualmente en el Claustro de San Juan de los Reyes),

 

  • Parte de un Sepulcro que se encontraba en la capilla de san Esteban, se conserva el epitafio (en latín la ultima parte de Job 14:14) y la escultura que corono la sepultura:

"Expecto donec veniat immutatio mea. JobN4"  

(Esperaré Hasta que llegue mi relevo. o Esperare Hasta que llegue mi liberación. Esperare Hasta que llegue mi transformación)

  • El Sepulcro de los Condes de Melito “D. Diego de Mendoza, y a su mujer Da. Ana de la Cerda”, que fue llevado al convento de San Pedro Mártir.
  • La comentada portada que es el único resto que queda del convento.

En esta foto de James Jackson de 1889, En los mismos restos que se veían en la foto anterior se aprecian los inicios de las obras de lo que sería el Matadero Municipal, Toledo Olvidado
En esta foto de James Jackson de 1889, En los mismos restos que se veían en la foto anterior se aprecian los inicios de las obras de lo que sería el Matadero Municipal, Toledo Olvidado

Resumiré los hechos más importantes posteriores, ocurridos en el solar que quedó.

 

Durante muchos años el solar permaneció sin uso, siendo una escombrera tal y como se aprecia en las fotografías de la zona, hasta que en 1892, en el solar se decidió construir el matadero municipal.

 

En 1911 el matadero recibió un diploma En una exposición internacional realizada en Roma.

 

En 1926, en la zona superior se edifico el colegio Santiago de la fuente, que estuvo hasta 1984

 

A mediados de la década de 1980 se traslado el matadero. Tras la denuncia interpuesta por el presidente de la asociación de padres de alumnos del colegio Santiago de la Fuente Y el Ministerio de Educación y Ciencia propuso la construcción de un instituto.

 

En 1985 se comenzaron las obras, que estuvieron al cargo de los arquitectos José Manuel Avalos y Fernando Pastor, En el proyecto, se reforman los edificios existentes y se construyen otros.

 

 

Fuentes:

Toledo Pintoresca José Amador de los Ríos

La arquitectura del Renacimiento en Toledo (1541-1631) Fernando Marías

Toledo en la Mano, Sixto ramón Parró.

El Agua que nos une IES Sefarad.

Leyendas de Toledo.com